He pasado de rozar las nubes con la yema de los dedos a sentir el calor abrasador del infierno en una caída tortuosa y brusca. Una caída que ha arrastrado cada peldaño que he ido construyendo hasta poder alcanzar el mismísimo infinito.
Y ahora que he simpatizado con el propio Hades, vamos a quedarnos sentados a esperar y a ver cómo empiezan a llegar una tras una todas esas almas errantes en busca de un nuevo hogar. Tal y como he tenido que hacer yo.
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La fantasía está bien para un cuento infantil, pero cuando
traspasa los límites de la realidad esa fantasía
puede llegar a ser tan trágica como
cualquier manzana envenenada.
traspasa los límites de la realidad esa fantasía
puede llegar a ser tan trágica como
cualquier manzana envenenada.